Este blog está dedicado enteramente al mundo de los Minerales y de la magia. Soy diseñadora de bisutería y joyas hechas de Minerales, y como pueden ver, me encanta todo lo que tiene que ver con el mundo de los Minerales.
This blog is dedicated entirely to Minerals and magic. I am a designer of jewelry made with Minerals, as you can see, I love everything that has to do with Minerals.

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viernes, 25 de noviembre de 2011

La Pequeña Alma y El Sol...

Había una vez una pequeña Alma que dijo a Dios:
¡Ya se quien soy!

Y Dios le contestó:
¡Maravilloso!
¿Quién eres?

La pequeña alma contestó a toda voz.

¡Soy la luz!

Dios sonrió ampliamente:

Así es —exclamó. Tú eres la Luz.

La pequeña alma estaba feliz, porque había comprendido lo que todas las almas del reino trataban de entender.

¡Hurra! ¡Esto es fantástico!

Pero poco después ya no le bastó con saber quien era.
Sentía cierta inquietud en su interior, porque quería ser lo que era.

Así, la pequeña alma volvió a hablar con Dios (lo cual no es mala idea para todas las almas que quieren ser Quienes Son realmente), para comunicarle sus ideas:

¡Hola, Dios!
Ahora que ya se quien soy, ¿es bueno serlo?

Dios respondió:
¿Quieres decir que deseas ser Quien Ya Eres?

Pues… verás. Una cosa es saber Quien soy, y otra muy distinta es serlo realmente.

Quiero sentir como es ser la luz.

Pero si ya eres la luz — Repitió Dios, sonriendo otra vez.

¡Si, pero quiero saber como se siente serlo! —exclamó la pequeña alma.

Creo que debí imaginármelo —repuso Dios, riendo

Tú siempre has sido la más aventurera

Y, tras un instante, la expresión de Dios cambio.

Pero hay una cuestión…

¿Qué es? preguntó la almita.

…Que no existe otra cosa además de la Luz. No creé otra cosa que lo que tu misma eres. Así, no hay un modo sencillo para que experimentes Quien eres, puesto que no hay nada que no seas.
¿Cómo? —repuso la Pequeña Alma inocente, estaba un poco confundida.

Piénsalo de este modo.

Eres como una vela en el sol.

Ya estas allá, junto con millones y ga-guillones de otras velas que forman el sol.

Y el sol no podría serlo sin ti, porque le faltaría una de sus velas, y así no podría brillar tanto.

Pero saber que eres la Luz estando dentro de la Luz… ese es el problema.

Tú eres Dios, ¡ya se te ocurrirá algo!

Dios volvió a sonreír:

Ya pensé en algo.

Puesto que no puedes sentirte la Luz al estar en ella, te rodearé de oscuridad.

¿Qué es la oscuridad? Es aquello que tú no eres.
¿Tendré miedo de la oscuridad? —gimió la almita.

Solo si así lo quieres —respondió Dios.

A decir verdad, no hay nada que temer, a menos que así lo decidas. Nosotros inventamos todo eso. Fingimos.

¡Ah! —exclamó la pequeña alma, que ya se estaba sintiendo mejor.

Entonces Dios explicó que, para poder experimentar cualquier cosa, se requiere de su opuesto.

Ese es un gran don, porque sin el no podrías conocer como es todo lo demás. No podrías saber que es lo caliente sin lo frío, el arriba sin el abajo, lo rápido sin lo lento. No podrías saber que es la izquierda sin la derecha, el acá sin el allá, el ahora sin el después.

Y así —concluyó Dios, al verte envuelta en la oscuridad, no cierres el puño ni alces la voz para maldecirla.

Más bien, sé Luz entre las tinieblas, y no te enojes por ello.

De ese modo sabrás Quien Eres Realmente, y también los demás lo sabrán.

Permite que tu luz brille para que todos sepan que eres alguien muy especial.

¿Quieres decir que está bien que los demás sepan que soy alguien muy especial? — inquirió la Pequeña Alma.

¡Por supuesto! — rió Dios, ¡Esta muy bien!

Pero recuerda que “especial” no quiere decir “mejor”. Todos son especiales, cada uno a su modo. Pero hay muchos que no lo recuerdan. Entenderán que está bien que sean especiales sólo cuando tu mismo sepas que está bien ser especial.

¡Fantástico! — exclamó la almita, quien bailaba, reía y daba saltos de felicidad.

¡Puedo ser todo lo especial que quiera!

Si, y puedes serlo a partir de ahora mismo — agregó Dios, quien bailaba y saltaba y reía con la pequeña Alma.

¿Qué parte de lo especial quieres ser?

¿Qué parte de lo especial? No te entiendo.

Verás… — le explicó Dios:

Ser la Luz es ser especial, y eso esta hecho de muchas partes.
Ser generoso es ser especial.
Ser amable es ser especial.
Ser creativo es ser especial.
Ser paciente es ser especial.

¿Se te ocurren otros modos de ser especial?

La pequeña Alma quedó en silencio por un instante:

¡Se me ocurren muchas formas de ser especial! — Exclamó luego.
Es especial ayudar a los demás.
Es especial compartir.
Y ser amistoso también es ser especial.
¡Ser considerado con los demás es ser especial!

¡Así es! — concordó Dios.

Y tú puedes ser todas esas cosas, o cualquier otra parte de lo especial que desees ser, en cualquier momento. Eso significa ser la Luz.

¡Ya se lo que quiero ser! —anunció la Pequeña Alma, muy emocionada.
Quiero ser la parte de lo especial llamada “perdonar”.
¿No es especial perdonar?
OH, si —aseguro Dios. Eso es muy especial.

Entonces, eso quiero ser. Quiero perdonar.
Quiero experimentarme a mi misma de ese modo.

Bien —dijo Dios.
Pero hay algo que debes saber.

La Pequeña Alma comenzaba a impacientarse.
Parecía que siempre había complicaciones.
¿De que se trata? —suspiró

No hay nadie a quien perdonar.
¿Nadie? La Pequeña Alma apenas podía creer lo que estaba oyendo.

¡Nadie! —repitió Dios.
Todo cuanto hice es perfecto.
No hay una sola alma en toda la creación que sea menos perfecta que tu.
Mira a tu alrededor.

Entonces la Pequeña Alma se dio cuenta de que se había reunido una gran multitud. De todo largo y ancho, de todos los rincones del Reino, habían venido almas, porque se había corrido la voz de que la Pequeña Alma sostenía una extraordinaria conversación con Dios, y todos querían oír lo que decían.

Viendo a las incontables almas reunidas, la almita tuvo que coincidir: nadie parecía ser menos maravilloso, menos magnifico o menos perfecto que ella misma. Tal era el esplendor de las almas reunidas y tan brillante era su Luz, que la Pequeña Alma apenas podía sostener su mirada.

¿A quién perdonar entonces? —preguntó Dios.

¡OH, creo que esto será muy aburrido! — gruñó la almita.
Quería experimentarme como El Que Perdona.
Quería saber como es esa parte de lo especial.

Y, así, supo como es estar triste.

Pero entonces un Alma amistosa salió de entre la multitud:
No te preocupes Pequeña —le dijo. Yo te ayudaré.

¿De verdad? —replicó, con el rostro iluminado.

¿Pero que puedes hacer?

Puedo darte a alguien para que lo perdones.

¿Puedes?

¡Desde luego! —canturreó el Alma amistosa.

Puedo ir a tu siguiente vida y hacer algo para que lo perdones.

Pero… ¿Por qué habrías de hacerlo? —preguntó la Pequeña Alma.
Tú que eres un Ser de tan absoluta perfección.

Tú que vibras con gran rapidez creando una luz tan brillante que apenas puedo verla.
¿Qué podría hacer que frenaras tu vibración hasta que tu luz se hiciera oscura y densa?
¿Qué podrías hacer tú, que eres tan ligera como para bailar en las estrellas y desplazarte por el Reino a la velocidad del pensamiento, entraras a mi vida y te volvieras pesada como para hacer una cosa tan mala?

Es muy fácil —repuso el Alma Amistosa.

Lo haría porque te amo.

A la Pequeña Alma le sorprendió la respuesta.

No te asombres — le dijo el Alma Amistosa.

Tú hiciste lo mismo por mí. ¿No lo recuerdas? Hemos bailado juntas muchas veces, por eones y eras. Durante todos los tiempos y en muchos lugares hemos jugado juntas. Simplemente no lo recuerdas,

Ambas hemos sido todas las cosas. Ya fuimos el Arriba y el Abajo, la Izquierda y la Derecha. Fuimos el Acá y el Allá, el Ahora y el Después, Fuimos lo Masculino y lo Femenino, lo Bueno y lo Malo. Tu y yo Fuimos la victima y el villano.

Así, nos hemos reunido muchas veces, la una dando a la otra la oportunidad exacta y perfecta para expresar y experimentar Quienes Somos Realmente.

De ese modo —añadió el Alma Amistosa, llegaré a tu próxima vida y seré el “malo”. Haré algo realmente terrible, y entonces podrás experimentarte como El Que Perdona.

¿Que harás? —preguntó la Pequeña Alma, un poco nerviosa.
¿Que puede ser tan terrible?

OH, ya pensaremos en algo —replicó el Alma amistosa, con un guiño.
Segundos después, pareció tornarse muy seria y murmuro:
Tienes razón en algo.

¿En qué? —quiso saber la almita.

Tendré que frenar mi vibración y hacerme muy pesada para hacer ese algo no tan bueno, Fingiré que soy alguien muy distinto a quien realmente soy. Por eso te pediré un favor a cambio.

¡Si, lo que quieras — exclamó la Pequeña Alma y comenzó a cantar y bailar, Podré perdonar, podré perdonar!

Pero notó que el Alma Amistosa seguía muy callada.

¿Qué quieres? —le preguntó. ¿Qué puedo hacer por ti?
¡Eres todo un ángel por estar dispuesta a hacer tal cosa por mí!

¡Claro que el Alma Amistosa es un ángel! —interrumpió Dios
¡Todos lo son! Siempre recuerda eso que solo ángeles envío.

Y así, la Pequeña Alma quiso más que nunca satisfacer la petición del Alma amistosa:
¿Qué puedo hacer por ti? —volvió a preguntar.

En el momento que te golpee y te despedace —repuso el Alma Amistosa. Cuando te haga lo peor que pudieras imaginarte, en ese mismo instante…

¿Que? — interrumpió la Pequeña Alma. ¿Qué…?

El Alma amistosa está aun más seria:
Recuerda quien soy realmente.

¡Si, así será! —exclamó el Alma Inocente. ¡Te lo prometo! Siempre te recordaré tal y como te veo aquí y ahora.

Muy bien —repuso el Alma Amistosa, porque pondré tanto empeño en fingir, que olvidaré quien soy. Y si tú no me recuerdas como soy realmente, no podré acordarme durante mucho tiempo. Y si olvido quien soy, incluso tú olvidarás Quien Eres, y las dos estaremos perdidas. Entonces necesitaremos que venga otra alma para que nos recuerde a Ambas Quienes Somos.

¡No, no será así! —prometió otra vez la Pequeña alma.

¡Te recordaré! Y te agradeceré por darme ese don, la oportunidad de experimentarme como Quien Soy.

Así acordaron, y La Pequeña Alma fue hacia una nueva vida, emocionada por ser la Luz, que era muy especial, y por ser esa parte de lo especial que se llama Perdonar.

Y esperó ansiosamente poder experimentarse como Perdón y agradecer lo que hiciera la otra alma para que fuera posible.

En todo momento de esta vida, cada vez que apareció en escena una nueva alma, ya fuera que trajese felicidad o pesar (y especialmente si traía pesar), la Pequeña Alma pensó en lo que Dios le dijo.

“Siempre recuerda que no envío mas que ángeles”
por Neale Donald Walsch de Conversaciones con Dios...


The Little Soul and The Sun...

Once upon no time, there was a little Soul who said to God, "I know who I am."

And God said, "That's wonderful! Who are you?"

And the Little Soul shouted, "I'm the Light!"

God smiled a big smile. "That's right!" God exclaimed. "You are the Light."
The Little Soul was so happy, for it had figured out what all the souls in the Kingdom were there to figure out.

"Wow," said the Little Soul, "this is really cool!"

But soon, knowing who it was was not enough. The Little Soul felt stirrings inside, and now wanted to be who it was. And so the Little Soul went back to God (which is not a bad idea for all souls who want to be Who They Really Are) and said,

"Hi, God! Now that I know Who I am, is it okay for me to be it?"
And God said, "You mean you want to be Who You Already Are?"

"Well," replied the Little Soul," it's one thing to know Who I Am, and another thing altogether to actually be it. I want to feel what it's like to be the Light!"

"But you already are the Light," God repeated, smiling again.

"Yes, but I want to see what that feels like!" cried the Little Soul.

"Well," said God with a chuckle, "I suppose I should have known. You always were the adventuresome one."

Then God's expression changed. "There's only one thing..."

"What?" asked the Little Soul.

"Well, there is nothing else but the Light. You see, I created nothing but what you are; and so, there is no easy way for you to experience yourself as Who You Are, since there is nothing that you are not."

"Huh?" said the Little Soul, who was now a little confused.

"Think of it this way," said God. "You are like a candle in the Sun. Oh, you're there all right. Along with a million, gazillion other candles who make up the Sun. And the sun would not be the Sun without you. Nay, it would be a sun without one of its candles...and that would not be the Sun at all; for it would not shine as brightly. Yet, how to know yourself as the Light when you are amidst the Light -that is the question."

"Well," the Little Soul perked up, "you're God. Think of something!"

Once more God smiled. "I already have," God said. "Since you cannot see yourself as the Light when you are in the Light, we'll surround you with darkness."

"What's darkness?" the Little Soul asked.

God replied, "It is that which you are not."

"Will I be afraid of the dark?" cried the Little Soul.

"Only if you choose to be," God answered. "There is nothing, really, to be afraid of, unless you decide that there is. You see, we are making it all up. We are pretending."

"Oh," said the Little Soul, and felt better already.

Then God explained that, in order to experience anything at all, the exact opposite of it will appear. "It is a great gift," God said, "because without it, you could not know what anything is like. You could not know Warm without Cold, Up without Down, Fast without Slow. You could not know Left without Right, Here without There, Now without then."

"And so," God concluded, "when you are surrounded with darkness, do not shake your fist and raise your voice and curse the darkness. Rather be a Light unto the darkness, and don't be mad about it. Then you will know who you really are, and all others will know, too. Let your Light shine so that everyone will know how special you are!"

"You mean its okay to let others see how special I am?" asked the Little Soul.

"Of course!" God chuckled. "It's very okay! But remember,’ special' does not mean 'better.' Everybody is special, each in their own way! Yet many others have forgotten that. They will see that it is okay for them to be special only when you see that it is okay for you to be special."

"Wow," said the Little Soul, dancing and skipping and laughing and jumping with joy. "I can be as special as I want to be!"

"Yes, and you can start right now," said God, who was dancing and skipping and laughing right along with the Little Soul.
"What part of special do you want to be?"

"What part of special?" the Little Soul repeated. "I don't understand."

"Well," God explained, "being the Light is being special, and being special has a lot of parts to it. It is special to be kind. It is special to be gentle. It is special to be creative. It is special to be patient. Can you think of any other ways it is special to be?"

The Little Soul sat quietly for a moment. "I can think of lots of ways to be special!" the Little Soul then exclaimed. "It is special to be helpful. It is special to be sharing. It is special to be friendly. It is special to be considerate of others!"

"Yes!" God agreed, "And you can be all of those things, or any part of special you wish to be, at any moment. That's what it means to be the Light."

"I know what I want to be, I know what I want to be!" the Little Soul announced with great excitement. "I want to be the part of special called 'forgiving'. Isn't it special to be forgiving?"

"Oh, yes," God assured the Little Soul. "That is very special."

"Okay," said the Little Soul. "That's what I want to be. I want to be forgiving. I want to experience myself as that."

"Good," said God, "but there's one thing you should know."

The Little Soul was becoming a bit impatient now. It always seemed as though there were some complication.

"What is it?" the Little Soul sighed.

"There is no one to forgive."
"No one?" The Little Soul could hardly believe what had been said.

"No one!" God repeated. "Everything I have made is perfect. There is not a single soul in all creation less perfect than you. Look around you."

It was then that the Little Soul realized a large crowd had gathered. Souls had come from far and wide ~ from all over the Kingdom ~ for the word had gone forth that the Little Soul was having this extraordinary conversation with God, and everyone wanted to hear what they were saying. Looking at the countless other souls gathered there, the Little Soul had to agree. None appeared less wonderful, less magnificent, or less perfect than the Little Soul itself. Such was the wonder of the souls gathered around and so bright was their Light, that the Little Soul could scarcely gaze upon them.

"Who, then, to forgive?" asked God.

"Boy, this is going to be no fun at all!" grumbled the Little Soul. "I wanted to experience myself as one who forgives. I wanted to know what that part of special felt like."

And the Little Soul learned what it must feel like to be sad. But just then a Friendly Soul stepped forward from the crowd.

"Not to worry, Little Soul," the Friendly Soul said, "I will help you."
"You will?" the Little Soul brightened. "But what can you do?"

"Why, I can give you someone to forgive!"
"You can?"

"Certainly!" chirped the Friendly Soul. "I can come into your next lifetime and do something for you to forgive."

"But why? Why would you do that?" the Little Soul asked. "You, who are a being of such utter perfection! You, who vibrate with such a speed that it creates a Light so bright that I can hardly gaze upon you! What could cause you to want to slow down your vibration to such a speed that your bright Light would become dark and dense? What could cause you ~ who are so light that you dance upon the stars and move through the Kingdom with the speed of your thought--to come into my life and make yourself so heavy that you could do this bad thing?"

"Simple," the Friendly Soul said. "I would do it because I love you."

The Little Soul seemed surprised at the answer.
"Don't be so amazed," said the Friendly Soul, "you have done the same thing for me. Don't you remember? Oh, we have danced together, you and I, many times. Through the eons and across all the ages have we danced. Across all time and in many places have we played together. You just don't remember."

"We have both been All Of It. We have been the Up and the Down of it, the Left and the Right of it. We have been the Here and the There of it, the Now and the Then of it. We have been the male and the female, the good and the bad; we have both been the victim and the villain of it."

"Thus have we come together, you and I, many times before; each bringing to the other the exact and perfect opportunity to Express and to Experience Who We Really Are. And so," the Friendly Soul explained further, "I will come into your next lifetime and be the 'bad one' this time. I will do something really terrible, and then you can experience yourself as the One Who Forgives.

"But what will you do?" the Little Soul asked, just a little nervously, "That will be so terrible?"

"Oh," replied the Friendly Soul with a twinkle, "we'll think of something."
Then the Friendly Soul seemed to turn serious, and said in a quiet voice, "You are right about one thing, you know."

"What is that?" the Little Soul wanted to know.

"I will have to slow down my vibration and become very heavy to do this not-so-nice thing. I will have to pretend to be something very unlike myself. And so, I have but one favour to ask of you in return."

"Oh, anything, anything!" cried the Little Soul, and began to dance and sing, "I get to be forgiving, I get to be forgiving!"

Then the Little Soul saw that the Friendly Soul was remaining very quiet.
"What is it?" the Little Soul asked. "What can I do for you? You are such an angel to be willing to do this for me!"

"Of course this Friendly Soul is an angel!" God interrupted. "Everyone is! Always remember: I have sent you nothing but angels."

And so the Little Soul wanted more than ever to grant the Friendly Soul's request. "What can I do for you?" the Little Soul asked again.

"In the moment that I strike you and smite you," the Friendly Soul replied, "in the moment that I do the worst to you that you could possible imagine ~ in that very moment..."

"Yes?" the Little Soul interrupted, "yes...?""Remember Who I Really Am."
"Oh, I will!" cried the Little Soul, "I promise! I will always remember you as I see you right here, right now!"

"Good," said the Friendly Soul, "because, you see, I will have been pretending so hard, I will have forgotten myself. And if you do not remember me as I really am, I may not be able to remember for a very long time. And if I forget Who I Am, you may even forget Who You Are, and we will both be lost. Then we will need another soul to come along and remind us both of Who We Are."

"No, we won't!" the Little Soul promised again. "I will remember you! And I will thank you for bringing me this gift ~ the chance to experience myself as Who I Am.

" And so, the agreement was made. And the Little Soul went forth into a new lifetime, excited to be the Light, which was very special, and excited to be that part of special called Forgiveness.

And the Little Soul waited anxiously to be able to experience itself as Forgiveness, and to thank whatever other soul made it possible. And at all the moments in that new lifetime, whenever a new soul appeared on the scene, whether that new soul brought joy or sadness--and especially if it brought sadness--the Little Soul thought of what God had said.

"Always remember," God had smiled, "I have sent you nothing but angels."


by Neale Donald Walsch, Conversations With God...

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